Acá también se mueve

A ratos escucho música para morir, es un pequeño trueque que hago con la existencia. Cuando escucho música para morir sé que nada me pasará hasta que llegue ESA parte de la música en la que la muerte corresponde. Me siento seguro en todos esos minutos, pero el destino se torna incierto cuando llega el momento, el momento en que digo: ahora es cuando muero.

Hoy estoy muy tenso. El terremoto fue el sábado pero sigo temblando adentro, estoy plagado de réplicas de origen desconocido, todo me toca. A veces pienso, si ésta ha sido la época en que tantos se han ido, por qué no puedo ser yo. Pues sí puedo ser yo, la muerte es fácil en estos días, la muerte avanza pasos inesperados en la carrera contra la vida y tomará tiempo equilibrar la balanza.

Así que hoy escucho mi música para morir y me siento seguro. Pago el precio de la incertidumbre, la caída de un poste, un auto que se sale del camino, la réplica que acabe con el mundo, justo cuando unos violines indican el final, o cuando la cuenta regresiva de la canción llega a 0. Si así fuera, si así muriera, ¡qué muerte más dolorosa!. Qué muerte más solitaria.

(como todas las muertes, me digo a mí mismo)

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