Nada que celebrar

En democracia, la victoria política no hace a un hombre intachable. Me sorprende ver tanta fiesta, yo mismo casi voté Piñera y entiendo que hay cosas que puedan alegrar: la alternancia, las caras nuevas, dar la posibilidad a otra manera de hacer las cosas. Pero nadie debería olvidar que ninguno de los candidatos nos convencía, de que ni Piñera es tan derecha ni Frei tan izquierda, de que la Concertación está guateando y que la Coalición por el Cambio va a seguir metiendo las patas.

El panorama político es decepcionante en sí, no vemos hombres transparentes, ya nadie nos mueve el corazón, estamos rodeados de publicidad pero de muy poco liderazgo.

Hoy ganó una visión de país demasiado cercana a la visión de que el progreso humano es igual al progreso económico. La otra opción era una visión de país que hace vista gorda a sus propios errores, llena de tuercas oxidadas y demasiado entrampada en su propia tradición. Podemos elegir el mal menor, sí, y hasta ponernos un poco contentos de que gane el mal menor, pero no podemos estar completamente contentos. No podemos estar orgullosos de esta elección. No hay orgullo alguno en haber tenido que elegir entre dos candidatos mediocres, entre dos bandos mediocres. Hay consuelo, quizás, pero no euforia. No puede haberla.

Chile no debería estar contento, sino con ganas de reflexionar, deberíamos tener un Chile introspectivo en vez de un Chile embobado por el hechizo de la victoria y la fanfarria colorida del bando ganador. Hoy, 18 de enero del 2010, Chile no tiene nada que celebrar.

on 19:37

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