Paredes

Basta.

La muerte no es alguien. Nadie viene a llevarse a nuestros vivos, acá no hay gato encerrado. La vida es mucho de materia y la materia se acaba, es así de simple morirse. Así de simple y se derrumba la estructura de la vida.

¿Qué es entonces lo que no se derrumba? No hablaré de las cosas del espíritu para no espantar a nadie ni a mí (a estas alturas hablar del espíritu es decir demasiadas cosas que no puedo abarcar). Lo que no se derrumba es la otra estructura, la estructura ficticia en cuanto a su inmaterialidad, pero real en cuanto a que PODEMOS darnos cuenta de ella (sí, bueno, esto ya parece "espíritu"). La estructura de los hombres que quedan vivos es la que persiste, el "cúmulo" de vidas transversales a ésta que se va. Eso queda.

Ha muerto alguien en mi familia y aparecen las cosas. Aparece el nombre verdadero de este hombre, el nombre que no usaba, el que le tienen que decir a la funeraria. Aparecen, claro, los parientes, los amigos, los llamados teléfonicos, la persistencia del timbre, de los vecinos, de la buena voluntad.

Y se muere y lo velan. Y es día último también para otra persona: una mujer. Su nombre es Iris, y está en mi casa desde hace varios años. Hoy dejaba de trabajar acá, pero la muerte opacó ese adiós. Cuando me despedí de ella, me dio las gracias "por todo", aunque yo nada he hecho, luego me nombró "Tomasito" y su voz se puso triste y se quebró ocultándolo.
Cuánto más me duele eso que la muerte. Cuánto más me duele la tristeza de un vivo que el silencio de un muerto. Yo era de ahí, no del velorio.

El velorio era para la ausencia. Sala octogonal, un Cristo con ojos retocados gigantes y feos, un crucifijo. Al centro el ataúd con Alguien y Nadie adentro, antagonismo que sólo acá se vuelve lógico. Los demás, los vivos, alrededor del cuerpo.
Los velorios son un trance, un lugar para que el cuerpo espere su turno. Sentado en algo tan vacío a veces nada nos hace falta y nos morimos un poco para ser empáticos, pero no es falso, es real. Y nos olvidamos.


Nos olvidamos de nosotros, claro. También un poco del muerto. Y el muerto tiene flores muertas por todos lados, y es que la muerte sólo se adorna con muerte: es ley.

Como decía, las vidas transversales son las que quedan, los puntos del circuito que tocaron la muerte de este hombre. Una de las mujeres que está sentada está sin tener que estarlo. No es de Chile, es de Perú, viajó y dejó atrás a su familia, se fue a Argentina, cuidó a una mujer hasta que murió, y ahora cuidó a este hombre. Ella también se irá, quizás cuide a otra persona esperando morir. Qué extraño que haya personas que reboten de muerte en muerte.

En fin, hoy no perdimos sino tres personas en mi casa.

Los que quedamos somos nosotros, los que aún vivimos adentro, los que aún vivimos. Lo que queda de quienes mueren es lo que dejamos que cuelguen en nuestras paredes.

Todo lo demás
Todo lo demás

es agonía.

on 18:57

2 comentarios:

Anónimo dijo...

nadie la vive, sólo los vivos.


(el funeral así de igual)